Y si tuvieras 20 años menos, ¿qué harías?
/¿Se imaginan tener 20 años menos de los que tenemos ahora, con nuestros conocimientos y experiencia actual?
La fuerza es una de nuestras cualidades físicas esenciales. La necesitamos para levantarnos de una silla, para subir y bajar escaleras, para tener equilibrio, para cocinar, para coger a nuestros hijos en brazos… Pero también para prevenir molestias articulares, dolores de espalda y enfermedades reumatológicas, cardiovasculares, diabetes, etc. Y permite, principalmente, sentirnos con fuerza. ¿A quién no le gusta sentirse con fuerza, tener la sensación de que podemos hacer lo que queremos, con movilidad, con agilidad y sin molestias? A veces se asocia la idea de la fuerza a estar musculado, pero no es a esto a lo que me refiero. Me refiero a que nuestros músculos respondan a nuestras necesidades de forma adecuada.
Además de la pérdida de fuerza provocada por la edad, se produce un círculo vicioso que acelera la pérdida no solo de la fuerza, sino de todas las cualidades. A mayor edad, como tengo menos fuerza, me muevo menos y peor y, a menos movimiento, mayor deterioro.
En esta vida, la mayoría de las personas nos dividimos entre los que quieren cambiar lo imposible (Quijotes) y los que se adaptan sin más a las circunstancias (Sancho Panzas), pero siempre hay algunos seres inteligentes que se sitúan justo en el medio. Es decir, que aceptan la realidad como es, pero a partir de ahí, intentan mejorarla o cambiarla en la medida de lo posible, especialmente, en lo referente a las cosas que solo dependen de uno mismo.
¿Podemos volver 20 años atrás en nuestra capacidad de disfrutar de la fuerza? ¿Podemos enfrentarnos al envejecimiento?
Mis amigos del centro del CEIMD (Centro de Estudios y Medicina del Deporte del Gobierno de Navarra), y de la Universidad pública de Navarra, los doctores Gorostiaga e Izquierdo, han estudiado mucho este tema y nos dicen que sí, que podemos volver atrás. En un estudio realizado en dos grupos con personas de 46 y 66 años, observaron que después de un entrenamiento continuado de fuerza máxima y explosiva de dos sesiones semanales, los dos grupos mejoraron tanto su fuerza como su potencia. Lo más sorprendente es que las personas de 66 años alcanzaban los valores que tenían los de 46 años al inicio del estudio, por lo que: ¿se imagina usted, señor o señora de 65 años, volver a tener la misma fuerza que cuando tenía 45?, ¿cómo se sentiría usted?
Solo es cuestión de realizar un entrenamiento con suficiente estímulo y continuidad. Tenemos mucha oferta para hacer deporte o ejercicio a nuestro alcance. Y todas las opciones son buenas para algo si se realizan bien. Sin embargo, debemos ser conscientes de que, si lo que queremos es volver a tener la fuerza de 20 años atrás, no lo conseguiremos bailando salsa o haciendo yoga, spinning o natación. Es preciso conocer nuestro nivel actual, diseñar un programa a nuestra medida para determinar cuál es el estímulo adecuado para obtener la respuesta adecuada, y ejecutarlo con continuidad y perseverancia.
No se trata de vivir más, se trata de vivir bien. Y hasta para disfrutar de lo que más nos gusta (bailar, esquiar, jugar a golf, tenis o pádel, viajar, etc) ¿no es mejor hacerlo en buenas condiciones?