Prevención de lesiones y esquí

Quedan ya pocos días para que la temporada de esquí se ponga en marcha. Miles de personas comenzarán su ir y venir por las carreteras, pistas y telesillas para buscar el placer de deslizarse por la nieve.

El esquí tiene grandes beneficios: Nos permite hacer deporte en familia, disfrutar de la naturaleza y sentir grandes sensaciones, pero como casi todo en la vida, también tiene sus servidumbres: las lesiones. Alrededor de 1.000 personas van a sufrir una rotura de ligamento cruzado anterior, durante los próximos meses, a causa de la práctica del esquí y, al menos 15.000, van a sufrir algún otro tipo de lesión o contusión (Koehle, 2002).

La lesión más grave y común es la del LCA (ligamento cruzado anterior). Este ligamento es de vital importancia para nuestra rodilla, ya que es el que realiza la función de no permitir el desplazamiento hacia delante de la tibia, proporcionando a la rodilla el 86% de la fuerza total necesaria para mantener su posición funcional.

Además, debemos añadir todo lo que supone el padecer una rotura de este tipo: intervención quirúrgica, periodo de convalecencia, rehabilitación y la posterior readaptación al esfuerzo, si se quiere volver a realizar deporte en buenas condiciones. Y todo ello, suponiendo que cada fase se haga de la forma adecuada y sin problemas, nos vamos a un total de 6 a 7 meses.

En 2003, Palomar Gallego y Linares García-Valdecasas establecieron que las principales causas de una lesión en el esquí se deben a la falta de preparación física y de un buen equilibrio muscular. Es de vital importancia el equilibrio entre la musculatura isquiotibial y la del cuádriceps para tener una buena estabilidad de la rodilla, y que esta, pueda soportar las diferentes exigencias a las que la someteremos.

Debemos tener en cuenta también que las mujeres muestran un porcentaje superior de riesgo de padecer esta lesión: 4,4 por cada 100.000; frente a un 4,2 por cada 100.000 en el caso de los hombres. Las razones son: una mayor laxitud articular (exceso de flexibilidad en las articulaciones) y algunos factores hormonales que, durante el ciclo menstrual, se producen y parecen modificar las capacidades contráctiles de los diferentes tejidos. En este sentido, Lefevre (2013), publicaron un estudio donde muestra que la mayor parte de lesiones en mujeres se producían durante el ciclo menstrual.

Como en toda situación en la vida, todo problema tiene su solución. Y la solución es preparase bien para prevenir lesiones y divertirse más y mejor. Conocer cuál es nuestra fuerza real en los cuádriceps e isquiotibiales (piernas) y realizar un trabajo de musculación -individualizando las cargas de la forma adecuada- y de propiocepción que nos permita un buen uso de esa fuerza en nuestra actividad. Todo ello, complementado con unos entrenamientos de los músculos  abdominales, glúteos y cadera, nos proporcionarán el soporte necesario para reducir -en gran medida- la posibilidad de padecer una lesión grave como la de LCA.

A menudo, algunos de mis clientes, después de un buen periodo de preparación y a la vuelta de unos días de esquiar, siempre me han comentado que la práctica del esquí se ha convertido en otro deporte con respecto al que habían practicado siempre.

A la que aumentamos nuestras capacidades funcionales, es cuando podemos disfrutar verdaderamente de un deporte espléndido, en su máxima expresión y posibilidades, y lo más importante: con seguridad.

Referencias

  • Koehle, MS., Lloyd-Smith, R., & Taunton, JE. (2002). Alpine Ski Injuries and Their Prevention. Sports Medicine, 32(12), 785-793

  • Lefevre, N., Bohu, Y., Klouche, S., Lecocq, J., & Herman, S. (2013). Anterior cruciate ligament tear during the menstrual cycle in female recreational skiers. Orthopaedics & Traumatology: Surgery & Research, 99(5), 571–575. https://doi.org/10.1016/j.otsr.2013.02.005

  • Palomar Gallego MA, Linares García-Valdecasas R. Anatomía de la articulación de la rodilla. En: VVAA. Tratamiento fisioterápico de la rodilla. Madrid: McGraw-Hill interamericana; 2003. p. 1-15