Fuertes por dentro

Este verano he leído dos libros magníficos que, de forma muy diferente, nos hablan de lo mismo.

Hace tiempo que decidí que esto de la formación continua es una verdad relativa, y a menudo, las cosas que debemos hacer, ya sabemos que hay que hacerlas, pero por falta de fuerza interior no somos capaces de llevarlas a cabo. Frecuentemente, distraemos esta pena leyendo otro libro o acudiendo a un nuevo profesional para ver si con este sí lo solucionamos, eso sí, sin reconocer que todo empieza en uno mismo.

Volviendo a los libros anteriores, su mensaje es el siguiente:

Rafael Santandreu, en El arte de no amargarse la vida, nos dice que los hechos que nos acontecen no se pueden cambiar, lo que sí se puede cambiar es la forma de mirarlos y, por lo tanto, la forma de pensar y de generar una emoción. Al final, las emociones son las que nos crean un estado personal determinado -que puede ser agradable o no-, que nos evidencia que es nuestra forma de pensar la que los genera.

Por otra parte, Ramon Andrés, en No mediar compañía, nos habla a través de los místicos sobre cómo la verdad sobre lo que somos -lo que queremos hacer o lo que debemos hacer- se encuentra en el silencio interior.

Me ha hecho pensar mucho en esas películas de los hermanos Cohen donde sus protagonistas siempre siguen adelante, a pesar de las dificultades y situaciones extremas, con una mezcla de optimismo y afectación negativa no exagerada y una actitud de aparente semi neutralidad. Esto les permite vivir siempre en un lugar donde poder actuar ante la vida, donde nada es lo que parece, ni nada es ni tan grave, ni tan fantástico. Por ello, no se detienen demasiado en evaluarlo, sino que, simplemente, se dedican vivir solucionando o actuando en todo lo que va aconteciendo.

Un buen entrenamiento debe entrenarnos para hacernos fuertes, no muscularmente, sino interiormente, que en el fondo, todos lo queremos. No es tan importante ser campeón de nada, si no somos primero, campeones de nosotros mismos.

Tenemos que ser capaces de ser fuertes interiormente para saber lidiar, con sabiduría, por los avatares del día a día. Para ello, debemos entrenar con ganas y concentración y hacer el ejercicio o programa de entrenamiento adecuado. El ejercicio, hecho tanto por compulsión o por adicción, como con dejadez o falta de interés, solo nos lleva a ser más dependientes y más débiles y, por lo tanto, a vivir peor. Cuando dejamos que el silencio nos guíe, todo es claridad.