¿Se entrena la buena suerte?

Desde mis inicios profesionales se ha repetido una constante: la gente que me ha pedido mis servicios como entrenador creían tener un problema, que ellos, solos, no podían solucionar. Es el caso de jugadores de fútbol o deportistas varios que quieren triunfar otra vez y no están seguros del todo de poder conseguirlo. También demandan equipos que tienen un nivel y quieren alcanzar uno superior, o gente no especialmente deportista, que no está contenta con la respuesta que les da su cuerpo para su realidad.

Lucía me vino a ver hace dos años. Tenía molestias articulares en las rodillas, en la espalda, hombros, etc. Se sentía muy mal físicamente. Tenía también un importante sobrepeso y mucha desmoralización; no tenía trabajo, vivía en una ciudad y en un piso que no le gustaba y no estaba contenta con su vida.

Lucía comenzó a entrenar. Ella tenía claro, en primer lugar, una cosa que yo no le había enseñado: lo primero era ponerse bien, mental y físicamente, y que una vez su actitud y energía fuese otra, ya afrontaría el problema del trabajo, la casa y otros aspectos más personales.

Concepto número 1: “Si quieres ganar en el partido de la vida, lo primero es estar bien contigo mismo, tanto físico como mentalmente”.

Lucía se centró en cumplir a raja tabla, tanto el entreno como la alimentación que le propusimos. Su cuerpo fue perdiendo peso y porcentaje de grasa -poco a poco- y ganando fuerza, con lo que sus molestias articulares, fueron desapareciendo y mejoró su resistencia. Así también, su cerebro comenzó a perder ansiedad y a pensar de forma más lúcida y clara.

Lucía no fallaba ni un día. Llegaba puntual a sus sesiones de entreno. Era precisa en la ejecución de sus ejercicios y ponía mucha atención a todo lo que le proponía realizar. Y, al cabo de tres meses, la suerte le fue cambiando: encontró un trabajo que no le gustaba, pero lo aprovechó para seguir buscando uno que le gustase y coincidiese con sus preferencias, mientras iba buscando un piso nuevo que se adaptase más a sus necesidades.

Ahora, hace 6 meses la suerte (¿suerte?, ¿de verdad creéis que es suerte?) apareció: consiguió el trabajo que siempre había querido y encontró piso en Barcelona, en un barrio del que está enamorada y del cual habla todo el día.

Definitivamente, la suerte se puede entrenar, pero se puede entrenar haciendo todo lo contrario de lo que habitualmente el mundo en general nos lleva, que es a la distracción, la evasión y la hiper ocupación. La buena suerte le vino a Lucía:

1. Porque, en primer lugar, dio prioridad a recuperar su buena forma, autoestima, etc., que en conseguir lo que quería.

2. No se centró en lo que quería, sino en cumplir al máximo posible el camino que le propuse. Esto provocó que su atención estuvieses centrada en cada momento en lo que había que hacer y no en lo que quería o necesitaba. Es así como la cabeza deja de buscar, se tranquiliza y la ansiedad disminuye para que la calma ocupe nuestro interior y las coses aparezcan.

3. Mantuvo este propósito suficiente tiempo hasta que le cambió la situación. No se precipitó, ni lo dejó antes.

Al hacer un año de nuestro trabajo le pregunté cuál creía que era el factor principal del su cambio. Ella me contestó que el haber sido capaz de poner por delante del problema, el seguir -con atención y precisión- el programa que le propuse.

He entrenado a mucha gente durante estos años -deportistas y no deportistas- y de verdad que, cuando estos elementos se encuentran, ¡¡la suerte llega!!