El deporte como el arte, a veces, te reconcilian con la vida

Viendo el último partido de Champions entre el Manchester City y el Tottenham, aparte de tener un placer y disfrute de alto nivel por todo lo que allí sucedió, me preguntaba qué razones podían ser las que provocaron que el City,  por tercera vez después del inicio del periodo -y con Guardiola en la dirección del equipo-, no consumara su continuidad en la Champions.

Se me ocurrieron dos motivos. Como ya he escrito algunas veces: la motivación es tener motivos. Al Tottemham, no sé por qué razón (será el espléndido nuevo estadio) lo he visto en esta eliminatoria como un equipo con más determinación por ganar. El propio Pochettino siempre me ha parecido un buen entrenador y gestor de grupo y de club, pero no un entrenador con verdadera lucidez para ganar. Sin embargo, en esta eliminatoria, lo he visto con otra personalidad, y con otra intencionalidad en sus decisiones. Se reflejaba, en su presencia en la banda, otro lenguaje corporal y otra mirada. Además, para el Tottenham, llegar a semifinales era un verdadero éxito; todo un reto motivante.

Para el City, equipo creado a base de grandes inversiones de dinero en magníficos jugadores, pasar la eliminatoria de Champions era una obligación. Y como bien sabemos por nuestra propia experiencia en el día a día, las obligaciones, a nadie nos gustan; nos encorvan las espadas y nos llevan cabizbajos. Y no es que el City andara cabizbajo (hizo cuatro goles), pero en ningún momento, ni en el partido de ida, ni en el de vuelta, lo vi con verdadero convencimiento en lo que hacía.

La segunda razón que se me ocurrió es sobre el liderazgo en el equipo. Me da la impresión que hay algo de exceso de liderazgo en el exterior del campo, o sea, en el banquillo, que hace que los jugadores, no es que lleguen a mirar el banquillo para saber qué deben hacer (tienen mucho talento y no llegan a este extremo), pero sí percibo que la verdadera responsabilidad, en la solución del problema, está en la banda y no en ellos mismos.

Me empeño a menudo con mis clientes en hacerles entender que, la lógica capitalista de que “más es mejor”, siendo buena para los negocios o bienes materiales, no es el mejor camino para los asuntos de índole personal (bienestar psicológico y físico). En el fútbol, al igual que en la vida, el dinero, la ciencia, el marketing, la organización y/o la gestión, son importantes, pero el alma de las cosas lo es más. Y solo desde ella, lo demás adquiere el suficiente sentido como para obtener resultados, más allá de los mismos.