Jorge Lorenzo, un tipo que me cae bien

Jorge Lorenzo es un tipo que me cae bien. Es el vivo ejemplo del deportista que utiliza el deporte para expresar sus valores y salir adelante de una infancia compleja. Se le ve aún hoy en día, después de tantos años y habiendo sido campeón del mundo, tenso con el entorno.

Este perfil de deportista me cae especialmente bien porque creo que, una de las funciones de querer ser el mejor, es el que, a través de ello, uno mejore como persona. Si uno se conforma con menos, no se exige a sí mismo y, por lo tanto, no mejora.

Al recibir la noticia, el año pasado, de su fichaje por el team Honda Repsol, al lado de Marc Márquez, me puse a pensar qué me suscitaba esta situación y extraje mis conclusiones. Podían ser acertadas o no, pero decidí que esperaría al inicio de la temporada para ver que sucedía. A día de hoy, se han realizado dos carreras y Jorge se encuentra muy lejos de su compañero de equipo. Los resultados no le han acompañado.

Jorge es un campeón. Ha basado toda su carrera en demostrarle al mundo que podía serlo. Es un piloto hecho a base de esfuerzo, ha entrenado mucho tanto física, como mentalmente, ¿pero qué le sucede en la actualidad? Creo que Jorge sabe, íntimamente, que no puede ganar a Marc Márquez, hoy por hoy. Sabe que el entorno espera de él que, al menos, como campeón del mundo que es, se enfrente a él, de tú a tú. Y lo más importante: él se lo exige a sí mismo. Sin embargo, la realidad siempre es tozuda, y su corazoncito le dice que no tiene ninguna posibilidad, pero él no lo quiere escuchar.

En la competición, como en la vida, cuando hay estas “arritmias” interiores entre la realidad y el deseo, aparece lo que llamamos la mala suerte, además de una lista interminable de problemas aparentemente extraños, pero que llevan al traste cualquier intento de conseguir rendimiento.

¿Cuál es la solución? ¿Qué puede hacer Jorge ante esta situación? En mi opinión, lo que puede y debe hacer, es ser sincero consigo mismo y reconocer que no se siente capaz de ganarlo. Aceptando sinceramente esta premisa, cosa altamente difícil, pero posible, yo le recomendaría renunciar a ganarle, pero planteándose el objetivo personal de quedar, en cada carrera, lo más cerca posible de Marc.

Imaginemos que Jorge empieza a acumular carreras en las que acaba a menos de un segundo, o entre uno y dos de Marc, de forma sistemática, en cada carrera. ¿Qué sucedería en este caso? Jorge empezaría a sentirse sólido y consistente porque estaría consiguiendo su propósito, y su confianza mejoraría.

Un tercer aspecto a tener en cuenta es que, probablemente Marc, al notar que no le quiere ganar, pero que está ahí, se preguntaría: ¿Qué “caray” pasa? Y esa pregunta iría a favor de Jorge. Llegados a esta situación, el plano actual habría cambiado y el planteamiento se debería redefinir.

Hace algunos años tuve el privilegio de entrenar a Marc cuando era muy jovencito. Es un chico fantástico, en lo personal y en lo profesional, con un inmenso talento, demostrado con creces y con un entorno impecable (padres y Emilio Alzamora).

Como entrenador que soy, siempre me ha apasionado entrenar para conseguir hacer progresar al que tiene talento, pero que, por varias razones, no consigue convertirlo en rendimiento (ya sea ganar carreras o partidos). Es más divertido porque te obliga a buscar la manera y llevarla a cabo. A Marc no le puedo enseñar nada.