El problema se llama intensidad
/A menudo, en el mundo del fútbol, los entrenadores achacan sus derrotas a la falta de intensidad o la carencia de capacidad competitiva de sus jugadores. El Barça, en su último partido de Champions, está siendo criticado por su rendimiento en múltiples aspectos, pero a menudo, el único factor que falla es justamente el de la intensidad, ya que si no la hay, se cometen numerosos errores en el juego.
Desde mi punto de vista, el problema del club azulgrana en los últimos años es que son los jugadores los que ponen el listón de la exigencia, en el nivel de intensidad con el que van a disputar el partido. Este elemento no le ha supuesto al Barça ningún problema para ganar la Liga, ya que con la superioridad en talento que tiene, y al ser un torneo a largo plazo, la intensidad del juego pueden regularla según sea el rival. También ayuda el bajo nivel actual del Real Madrid y el estancamiento del Atlético de Madrid.
El problema para el Barça viene cuando se enfrenta a equipos en los que, la intensidad con la que juegan, no la ponen los propios futbolistas, sino que la pone el entrenador con el apoyo de su staff y de los dirigentes del club. Es el caso del Liverpool, del Manchester City o el Valencia el año pasado. Estos equipos juegan durante todo el año con una gran intensidad, ritmo de juego, automatismos tácticos y rendimiento físico, con y sin balón. En definitiva, dichos equipos no gestionan su intensidad según las circunstancias, sino que ejecutan su plan de juego siempre a la máxima intensidad.
Creo recordar que, cuando Pep Guardiola llegó al primer equipo del Barça, lo que dijo fue que, la intensidad y el trabajo, era lo único que no se podía discutir ni negociar. El Fútbol Club Barcelona tiene mucho talento. Y tiene un buen entrenador, pero parece que quien decide la intensidad con la que entrenar y jugar no es él, sino que son sus futbolistas.
Otro elemento a tener en cuenta es que el líder auténtico de este Barça es Messi que, a diferencia de cuando era joven que se limitaba a ser la cereza del pastel, ahora es el alma del equipo. Leo juega con una intensidad muy alta, pero como buen artista sensible y emocional que es, su intensidad no es constante y adolece de consistencia. Esto provoca que, cuando el Barça se encuentre ante un equipo que le obligue (esta es la palabra: ser obligados) a un nivel más alto de intensidad que el que ellos se autoexigen, el equipo tendrá serias dificultades por no estar entrenado, ni preparado, para ello.
Quizás la solución podría pasar por dar el verdadero liderazgo interno del equipo a otros jugadores, sin discutirle a Messi el rol de ser el mejor jugador del mundo. Hay otros futbolistas que, sin tener el talento del gran jugador argentino con el balón en los pies, tienen otras cualidades que nos pueden asegurar la intensidad, trabajo, competitividad y consistencia, que son la base imprescindible para convertir el talento, en rendimiento y resultados.