El Ferrari de Dembélé

Ya han pasado algunos días tras la enésima lesión de Ousmane Dembélé, lo que le impedirá tener continuidad en su juego y, por la tanto, consolidar su talento y convertirlo en eficacia y rendimiento.

Debemos de considerar que Dembélé, muscularmente, es un Fórmula 1. Su musculatura es de una calidad suprema y requiere de cuidados y entrenamientos específicos para conseguir sostener su explosividad y velocidad; también para mantenerlas en numerosas ocasiones por encuentro, durante muchos partidos.

La alta calidad de la contracción muscular de Dembélé genera un consumo de energía muy superior al de cualquier otro jugador. Es como si comparáramos del consumo de un Fórmula 1 al de un utilitario diesel. Al tener este alto consumo, cuando los sustratos energéticos acumulados en el músculo se le acaban y sigue jugando, se rompe, porque el músculo ya no tiene ni aceite, ni gasolina.

El entrenamiento de Dembélé no debe estar orientado al desarrollo de su velocidad y potencia -que ya posee de forma sobrada-, sino a un entrenamiento más de tipo aeróbico y de fuerza, para dotar a su musculatura de la robustez necesaria: no para ser más rápido, sino para poder ejecutar el máximo de repeticiones posibles a alta velocidad.

Al mismo tiempo, tener una alimentación -tanto en el día de partido como en los días previos y los posteriores- acorde con sus necesidades energéticas, al igual que un descanso y una recuperación adecuados.

Creo que Dembélé es un gran jugador y, en el proceso de reinvención en el que se encuentra el Barça, puede ser de gran valor. Sin embargo, las cosas no se consiguen solo con la presión y exigencia del día a día, sino que hace falta pensar y cocinar las cosas a fuego lento.